miércoles, 11 de febrero de 2009

Que viene el lobo... electrónico

Ha desembarcado la versión 2.0 del famoso Kindle, que no es un huevo de chocolate con juguetitos dentro, sino el lector electrónico de libros de Amazon. En pocos días se han vertido ríos de tinta (electrónica) por los intangibles cauces de la red acerca de las ventajas, desventajas, proyectivas y retrospectivas de estos dispositivos. Después de leer algunos post, artículos, comentarios y reflexiones sobre todo esto he llegado a algunas conclusiones que no aportan nada al tema pero que a mí, al menos, me ordenan un poco las ideas. A saber:


a) Este invento demoniaco no va a sustituir ni a corto, ni a medio ni probablemente a largo plazo, al libro editado. Puede que venda menos, pero el libro en papel seguirá teniendo lectores y seguidores durante al menos una o dos generaciones. La cuestión será saber si ese número de lectores compensará el esfuerzo económico de la edición. Es decir, el libro existirá, el tema será cuántos lo comprarán y cómo y dónde se venderá.

b) La comodidad, funcionalidad, capacidad y versatilidad del dispositivo están fuera de toda duda. La cuestión es saber si los libros pueden pasar alegremente de ser objetos a ser simplemente palabras, con todo lo que eso conlleva en cuanto a la edición, distribución y presencia física del producto final.

c) Si bien es verdad que a día de hoy parece difícil acostumbrarse a leer exclusivamente en una pantalla electrónica (ésta del Kindle por cierto resulta al parecer mucho más cómoda que las habituales pantallas iluminadas de ordenadores, móviles o PDAs) no es menos cierto que también parecían poco probables o imposibles hace apenas 5 o 6 años otros extraños fenómenos como que hubiera más móviles que habitantes o que uno se metiera a mirar su correo innumerables veces al día. Aún así soy de la opinión que el fenómeno de los blogs y de las redes sociales es una burbuja que acabará explotando. Hay demasiados esclavos de su blog y de los de los demás. Yo ya estoy empezando a entrar en esa dinámica y no me gustaría nada renunciar a un tiempo de lectura-escritura-vida que es para mí precioso. Aunque por ahora es lo que hay, confío en que esto no vaya a durar siempre. Aunque a lo mejor sí.

d) La calidad de la literatura no tiene por qué resentirse en lo más mínimo, antes bien puede resultar un estímulo para dar un salto hacia delante. El resultado será malo, regular o bueno dependiendo del talento del escritor, como ha ocurrido en todas las épocas de la historia.

e) El dispositivo actual es aún un simple y torpe boceto de lo que dicen que llegará en pocos años. El siguiente puede que sea enrrollable y parecido al papel, con memoria para miles de libros, con internet incorporado, tal vez teléfono, con capacidad para descargarse en edición digital, periódicos, revistas y visualizar posters, cuadros y hasta el universo en versión google earth. En fin, una maravilla a la que será imposible (salvo quizás por el precio) decir que no.

f) A la gran mayoría de los autores vivos mayores de 30 años les costará un mundo renunciar a la idea de que su obra no quede plasmada en un soporte físico independiente que se pueda tocar y (con suerte) comprar.

g) La mayoría de los editores no están en contra del libro digital pero no prevén, no conocen y aún no se imaginan adecuadamente los cauces de negocio que proporciona este soporte y (digámoslo de una vez) esta evo-revo-lución cuyas consecuencias aún no consiguen comprender adecuadamente (y no son los únicos.)

h) A diferencia de la lectura en un ordenador o un móvil, la lectura en estos dispositivos no tiene por qué beneficiar exclusivamente a los generos breves o condensados.

i) El poder de la palabra, la ficción generada por la palabra y la verdad que deriva de la palabra persistirán mientras el Hombre no se convierta en otra especie (que todo se andará) El soporte será lo de menos. Por lo demás un niño se acostumbra a casi todo. Y si uno se conserva joven (o lo intenta) pues también.

h) No tenemos ni repajolera idea de cuál va a ser el futuro ni de este tema ni de ningún otro. Como decía un político el otro día El futuro ya no es lo que era.

No hay comentarios: