jueves, 1 de marzo de 2012

Πoetas. Antología de poesía con matemáticas

Decía Einstein que las matemáticas son la poesía de las ideas lógicas pero el físico alemán (que al establecer la luz como guardián del tiempo, con seguridad es uno de los seres humanos más legitimados para hacer ese tipo de afirmación) no ha sido el único que ha comparado ambas disciplinas. Toda vez las matemáticas son la expresión más depurada de la racionalidad y la poesía la expresión más excelsa del lenguaje, nada impide que un afán de misticismo gramático o de numerología del sentimiento pudiera unirlas. Esto, entre otras cosas, es lo que trata de demostrar la antología πoetas realizada por el poeta (y matemático) Jesús Malia.


Porque la originalidad de esta selección, aparte evidentemente de su temática poco común, reside en que sus autores no necesariamente hablan con y de matemáticas en su poesía, o trasladan guarismos al papel o a la pantalla como representación estética, sino que además tratan de impulsarse en la lógica aplicada a la palabra (con el Tractatus de Wittgenstein de reojo) para intentar generar espacios de/a la belleza; intersecciones, geometrías entre la realidad y el deseo (o entre la materia y el sueño, si se quiere) inútiles respecto a la funcionalidad con que habitualmente se aplican, pero, por lo mismo, generadoras de sentido semántico y, a la postre, inspiradoras del acontecimiento poético.


Es inevitable que una de las primeras dudas que asalten al lector sea si de algún modo el cuerpo matemático de algunas de estas composiciones pudiera ser tan solo un simulacro, una re-presentación del espacio artístico. Pienso que si bien a veces puede parecerlo, dependerá obviamente de las intenciones de cada autor. Toda fórmula poética es soberana y como decía Roland Barthes al respecto de la fotografía, “Jamás miente; sí quizá sobre su sentido, pero no sobre su existencia”. Aunque no nos engañemos, a un poeta (como puede que también a un matemático) se le juzga por el resultado de sus indagaciones y por la potencia de sus intuiciones y no por el conocimiento de los medios que utilice para alcanzarlas. O sea, las matemáticas y su panoplia lógica o gráfica es en este caso (o debe ser) el comburente de la reacción poética, el escenario; sin renunciar al desiderátum de sus objetivos fundamentales de belleza o iluminación.


De los autores seleccionados, algunos como Rodolfo Hinostroza, Enrique Verástegui o Fernández-Mallo, resultan literariamente bien conocidos por diferentes razones que no vamos a enumerar, otros como Javier Moreno, Julio Reija o Jesús Malía son poetas aún jóvenes pero con obras incipientemente establecidas (en diversos grados) en España como para poder incluirlos en una visión del panorama actual de este país. A los demás: José Florencio Martínez, David Jou, Ramon Dachs y Daniel Ruiz, quien esto escribe confiesa no haberlos leído anteriormente (excepto algún poema suelto de Martínez y de Dachs) pero la impresión que se desprende de las respectivas muestras es muy sugerente, tanto en las facetas visuales del catalán Dachs y del peruano Ruiz como en las referencias enumerativas y conmutativas de Martínez y Jou, tan cercanas a las vanguardias y a las indagaciones de Raymond Queneau.


Es inevitable apelar de nuevo al tópico de que las selecciones siempre son imperfectas, tanto por ausencias como por inclusiones, pero en este caso, el antólogo se ha esforzado, no sólo en realizar una muestra representativa dentro de un contexto muy poco usual y bastante limitado, al menos en nuestro idioma, sino también en redactar un contundente y sugestivo prólogo que nos pone en la pista de la convivencia histórica (más fecunda de lo que podría pensarse) entre la poesía y la matemática. Ambas vertientes humanas son actualmente tan desconocidas e incomprendidas por el gran público como siempre, pero en último término se observan aún con reverencial respeto, más obviamente en el caso de las matemáticas por la aspiración hipotético-deductiva (o superstición, quizá), de que la razón pueda llegar a prever el mundo y en último término evitar (o atenuar) sus contingencias. El hecho de que las ciencias exactas se plieguen a la imprevisibilidad de la belleza, o de su búsqueda, no deja de ser motivo de desafío y, al cabo, de alegría cuando es plasmado en un libro, en poemas, en palabras, y surge de ellos.


1 comentario:

Jesús Malia dijo...

Gracias, Miguel Ángel. Fantástico. Lo comparto en Facebook y en Poesía Abierta.
Un abrazo.