miércoles, 3 de diciembre de 2008

Luis Feria

Asistí el otro día en el Círculo de Bellas Artes a unas mesas organizadas por Miguel Casado sobre la figura del poeta Luis Feria (Santa Cruz de Tenerife 1927-1998. Sabía que Manuel Borrás había editado y reeditado casi toda su obra en Pretextos pero yo nunca lo había leído. En las conferencias que impartieron algunos poetas y entendidos se sucedieron las glosas y ditirambos hacia la obra y la vida de este autor. Con curiosidad y algo de escepticismo, lo reconozco, encontré en la librería de abajo un pequeño tomo, Arras, el último que publicó antes de morir, al parecer. Un libro breve, minúsculo, diría, sembrado de breves composiciones entre el poema y el aforismo hambrientas de belleza. Algunas caídas también en los temblores. Soy de los que piensa que al igual que una línea necesita al menos 2 puntos, para hacer un juicio mínimamente objetivo de un autor hay que leer al menos 2 libros. En éste ya está claro que Feria era un poeta que se la jugaba en las emociones, en las palabras que intentan lo imposible, como debe ser. Sin embargo... ¿esperaba más? Puede que sí. Una muestra:


Ah de la vida.
y una sed desmedida me apresura
y un hondo amor, y un derredor urgente.


Antes que el sol se ponga fluye vida,
invicta, entera, inmoderada,
ahora


El mirar me ilimita
vivo al borde de lo inconcebible.


Soy una inmensa llaga que no cesa
no me toquéis que duelo.


Ah, la hermosura, toda.
Tacto insaciable, aún así no es bastante.

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