
INVITACIÓN AL BAILE
NO a la locura. No a las soledades. No al huesecito del carámbano, a la semilla de la harina, al átomo de polen. No a la gran carcajada del tamaño del mundo. No digo el mundo como tal, digo las dimensiones del mundo que cabe en mi bolsillo.
No y no a la muerte, a la prolija herida por la que se desangra sin escándalo, organizadamente, gota a gota, la vida de la vida.
No a tu culo de mono, a tu rosado culo de mono ecuatorial, que desordena mis papeles y reseca mi pluma. Y no a la parpadeante risa del infinito abismo de tu vagina autoritaria.
No y no a tus celos inconmensurables. No y no a tu labio chupador, a
tu teta romántica. Me cago en el alféizar de tu ventana, ésa que da a occidente, es decir, al poniente. Meo en tu bacinilla decorada. Caigo de bruces en el discreto pliegue del vértice negruzco de tus muslos morenos.
Así ando con el sexo, bajo la tiranía obedientísima de mis cansados genitales. Me moriré besándote en la boca. Me comeré tu risa como antes me he comido tu madura tristeza.
No tengo límites. Límites no tienes. ¿Vamos a asesinarnos?
1 comentario:
Miguel Angel,
acabo de leer en tu blog (cosas de navegante nocturna) que murió José Viñals. Poco importa que te diga que lo conocí (a él, a Marta, su mujer, a Irene, su hija, y a César, que fue su primer marido) en Buenos Aires, antes de su partida, y que aún conservo en la biblioteca, los ejemplares de Entrevista con el pájaro y Coartada para dios. Si alguna vez, venís a Buenos Aires, prometo tenerte una copia preparada...
María Iribarren
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