lunes, 15 de enero de 2007

Entrevista Juan Aparicio Belmonte



Juan Aparicio Belmonte es uno de esos raros novelistas que no renuncian ni a la exigencia literaria ni a la capacidad lúdica de una prosa ágil y desternillante. Su último libro: "El disparatado círculo de los pájaros borrachos" título tan audaz como acertado, una vez que se lee el libro, claro. Aquí va una entrevista.


- Juan, han transcurrido tres años entre tu primera novela, “Mala suerte”, y “El disparatado círculo…” ¿En qué aspectos crees que ha evolucionado tu narrativa?

- Intento hacer novelas que me diviertan y que supongan para mí un reto narrativo, de estructura etc. Tengo inclinación a la sátira y doy siempre protagonismo a los personajes, que suelen llevar el peso de la narración. Tal vez me haya vuelto más histriónico también, como demuestra el título de la última novela, pero no sé si esto es bueno o malo.

- Le has dado -o existe- cierta continuidad entre esta novela y “Mala suerte” (también premiada por cierto) con el punto de unión de la comisaria Sarita Lagos ¿Por qué decidiste utilizar de nuevo este personaje?

- El nexo de unión está más bien en un personaje que dice ser autor de la novela Mala suerte y que, a su vez, está escribiendo otra novela en la que aparece también Sarita Lagos, trasunto de un personaje “real”, Micol Llagas... En resumen, no hay continuidad entre ambas novelas, lo que hay es una nueva novela que permite a quien haya leído Mala suerte reinterpretar lo que leyó, pero ambas son perfectamente autónomas, no se necesitan.

- El pijismo de Sarita, que en la primera novela parecía un contrapunto cómico por el hecho de que ella es policía, aquí deriva en una suerte de crítica (tanto a ella como a su trasunto real, Micol Lagos), hacia alguien que maneja ciertos hilos atrabiliariamente, o que se cree más de lo que es ¿Es así?

- Probablemente, pero no he pretendido criticar nada con estos personajes, sino que he buscado sólo la construcción de unas personalidades verosímiles dentro de una narración que bordea el disparate (y que a veces lo sobrepasa).

- Por otra parte un aspecto que a mí me ha fascinado y que también parece derivarse de la existencia de las dos comisarias complementarias, Sarita y Micol, es el tema del doble, entendido como dopplegänger, o bien como lo de Alicia al otro lado del espejo. ¿Te planteaste esta cuestión a la hora de elaborar la novela?

- Es verdad que en esta novela casi todos los personajes tienen un doble, pero a la hora de escribir sólo me planteo retos narrativos y no teorizo previamente sobre lo que voy a contar. Me preocupo de que el artefacto narrativo funcione, sin más... El tema del doble lo empleo con un afán esencialmente lúdico, por pura diversión novelesca.

- El libro se desarrolla en dos planos interconectados de realidad y ficción ¿La realidad es una ficción convenida?

- Más bien la realidad sería una ficción asilvestrada, sin orden ni concierto. Los novelistas jugamos a domesticarla.

- Existe en esta novela una vocación tan caricaturesca como desternillante hacia algunas figuras de poder (El editor, el Líder, el gobernante de la casa de España en Roma, las señoras de la limpieza que actúan como una organización mafiosa, incluso el falso Jesucristo) ¿Pretendías de algún modo realizar una sátira del poder establecido?

- Creo que de alguna forma sí quería ajustarle las cuentas a algunas imposturas de nuestra sociedad. Pongo la lupa en campos como la política, la religión, la edición y el arte, en los que abundan los farsantes, pero es un ajuste de cuentas bastante ridículo: el que permite una novela de tirada modesta en una editorial pequeña como Lengua de trapo.

- Precisamente otra característica de tu narrativa (Mala suerte, López López y esta última novela) es la existencia, ya sea como protagonistas o co-protagonistas de personajes que observan la vida como una farsa, siendo o aparentando ser ellos mismos, como tú dices, también unos farsantes. ¿Te interesa la idea de mundo como un gran teatro o como un gran circo?

- Seguramente, las dos ideas explican bien el mundo. Mi impresión actual es que vivimos rodeados de tipos con actitudes sacerdotales en todos los campos de la vida, que normalmente esconden en su interior a tremendos hipócritas. Los cínicos no me molestan, siempre y cuando no nos aleccionen a los demás con sus coartadas vitales. Y, en mi opinión, mis novelas están pobladas de cínicos entrañables.

- Tu novela ha sido seleccionada en el Cultural de El Mundo entre las 10 mejores del año 2006. Mójate y dinos qué piensas de la narrativa española contemporánea.

- Pienso que hay algunos escritores notables y otros que, teniendo éxito de crítica y público, no sólo no me interesan sino que no entiendo cómo logran publicar. Pero aún no he podido leer a todos los que querría. En cualquier caso, este es un país tan papanatas que siempre vale más apellidarse Smith y ser sudafricano o canadiense que Pérez y ser de Albacete o Badajoz... Una recomendación: Ciudadano romano de Antonio Portela, de ediciones El Gaviero.

- Te has dedicado últimamente a la traducción (concretamente de las obras de Stephen Crane) ¿La traducción es una forma de interpretación?

- Sí, hay que mantener el equilibrio entre lo que el autor pretendió decir y cómo cree uno que debe expresarse eso en la nueva lengua. Nunca hay que traicionar el espíritu de lo que el autor quiso contar.

- Con internet, y tantos gadgets tecnológicos que nos cuestionan el tiempo y el espacio a cada momento ¿crees que la literatura o la narrativa en particular ha sido influida por ello?

- Sin duda. La narrativa no puede vivir al margen de la realidad. Y es evidente que la aparición del ordenador ha influido en cómo escribimos ahora los novelistas: eso de “cortar y pegar” es una ventaja que no tuvieron quienes escribían a máquina o a mano. ¡La de virguerías que habría hecho el gran Galdós con ordenador!

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