Negra cal, tu tristeza hermano funda imperios; lunes ágiles, domingos de obsidiana.
En la cosquilla de la tarde la amplitud de miel y salvia que fue un valle abismado, un horizonte de granito.
Tras el cristal de piel asistías aterido a su presencia como ante una ceremonia de pan y de rubíes.
La escuché cantar en mí, hermano. Amanecía la oscuridad. Y brillaba.
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