Acabando ayer mismo de volver de vacaciones de las frescas tierras de mi santa (Värmland, Suecia) pienso que nunca me acostumbraré del todo allí a acostarme sin haber anochecido (aunque ya hayan sonado las campanas de la medianohe) y a despertarme con el sol inundando la habitación, mirar el reloj y descubrir con perplejidad que aún son las cinco menos veinte de la mañana. En ese país (como en muchas otras partes de Europa) no usan las persianas enrollables (invento por cierto tan español como práctico, aunque parezcan adjetivos antónimos) pero tampoco postigos, venecianas ni contrapuertas, sólo cortinas que mayormente dejan pasar la luz en lugar de detenerla, como si temieran que la oscuridad pudiera llegar en cualquier momento.
Este post se co-titula precisamente "entre la luz y oscuridad" porque así se ha dado en titular la antología de Harry Martinson publicada en la Editorial Nórdica. Se echa en falta sin embargo que no haya en la selección ningún fragmento de su gran poema Aniara, una original epopeya escrita en los años 50 sobre una inmensa nave lanzada hacia el espacio sideral para refugio de la la humanidad que queda sin control al tratar de esquivar a un asteroide llamado Hondo. Nada que ver con la palabra española (¿o sí?)
El resto de la obra del gran poeta sueco parece que está bien representada en la antología, aunque en mi caso no haya leído la mayoría de sus libros me parece que cubre razonablemente todas las épocas de su vida. Excepción hecha del citado Aniara, claro.
Como muestra, un poema. Traducción de Francisco J. Uriz.
El refugiado
Después de haber regresado de las fauces de la muerte
él encontró durante largo tiempo fantasmal el vivir.
Le parecía que había una cuchara de más en la mesa.
Se miraba en el espejo de la sopa para ver
si no...
después comía hambriento hasta el dibujo del fondo del plato:
una escena de caza de Josiah Spode, el Joven.
Fuera resonaban los cuernos de caza, era otoño
y todavía seguían cazando algo por el mundo.
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